sábado, 31 de enero de 2015

Palabra de Muesli: La noche del cazador

Un pavo del gimnasio, politatuado, lleva en sus nudillos las palabras LOVE y HATE escritas. Su significado es AMOR y ODIO en nuestro idioma. Me moló mucho la idea. Ya sé que no es original, que no es sólo él quien lleva eso escrito y no es eso lo que le quería preguntar (o lo que quería saber) cuando le pregunté por qué llevaba eso tatuado en sus dedos. Pregunté por preguntar, porque estaba cansado de esperar. Su respuesta no fue muy locuaz ni inteligente. Me dijo simplemente que le molaba. Yo, que andaba un poco cabreado con el tipo porque llevaba media hora ocupando la máquina de pectorales y estaba usando unos pesos de mierda, le dije que igual podría haberse tatuado RABO y COÑO y lo mismo hubiera sido. Me miró mal, se levantó y se fue. Me quedé con ganas de decirle que lo que mejor le sentaba era un MARI y un CONA. Lo mismo pensé después cuando lo vi desnudo en el vestuario, el muy bujarra no paraba de mirarme. Diría que hasta se puso morcillón, el muy julai. Hay que reconocer que tenía una buena polla, el maricón. ¡Seguro que anda reventando rectos, puto cerdo!

Al llegar a casa, inquieto por la inútil respuesta que me había dado el politatuado busqué en Google imágenes de ese mismo tatuaje esperando encontrar un origen. Me encontré un montón de fotografías en blanco y negro de un actor americano. Era Robert Mitchum y la foto era de una peli que se titulaba La Noche del Cazador. Leí eso que llaman la sinopsis pero que no es más que un breve resumen de lo que va la peli, sin entrar en detalles. Me moló la idea: un criminal conoce en la cárcel a un tipo que está a punto de ser ejecutado y que no para de hablar de un botín que tiene escondido en su casa. Sale de la cárcel y se gana a la viuda. Sus hijos conocen donde se esconde el dinero y son acosados y perseguidos por el criminal. Suspense, terror, un oscuro asesino, con suerte algo de violencia… ¡Tiene buena pinta! Sí, está en blanco y negro, pero ya hemos pasado por eso antes.

La peli: ¡un puto coñazo, lenta de cojones, aburrida a más no poder! ¿Y esta mierda es un clásico? ¿Onírica? ¿Perversa? ¿Bella? ¿Poética? ¡Una puta mierda! No paran de cascar, no hacen más que hablar de memeces, todo parece un puto sermón de misa. Los jodidos niños huyendo a tres por hora en una barca de mierda, alojándose en pajares que parecen castillos del terror, como si todo fuera monstruoso y no es más que un capullo el que va detrás de ellos que no para de hablar. Y encima todo en un blanco y negro que es más negro que blanco y que parece que te obligue a cerrar los ojos y dormir. ¡Un somnífero de la hostia! ¡Mejor tomarse un Valium: tragar y listos! ¡Puta basura! Robert Mitchum se puede ir a tomar por el culo, él y todo el plantel de esta mierda soporífera.

Una vez vista, no tengo fuerzas para más. Me voy a dormir y cuando pueda veré una peli que tengo en la recámara: Los puentes de Madison. Es de Clint Eastwood, con ese título seguro que es del oeste (supongo) y al menos habrá unos cuantos disparos (espero).


El buen cine siempre tiene músculo,
por MUESLI SNIPES. 


jueves, 29 de enero de 2015

Sentencias desde el Abismo

En otra vida fui el bufón del zar, me cortaron la cabeza y la enterraron entre sus piernas, justo allí donde residía mi gracia.

por IL ESTATORE.

De putivuelta: Musculocas Sociópatas

Escribo empujada por una extraña necesidad de quitármelo de encima, para tal vez así olvidarlo cuanto antes. No os engaño, chicas, es la resaca la que está hablando, la resaca y el arrepentimiento. La fiesta de Noche Vieja trajo consigo una nueva noche de sexo. Las necesidades de mi coño fueron saciadas o al menos, mi coño se procuró alimento, si bien no fue del todo de su agrado.

Todo empezó en la terraza de Trini Menroto. Se había organizado nuevamente un sarao en el que abundaba el alcohol y escaseaba la castidad. Mamen Mela pelizorreaba de lo lindo con Andrés, un fornido macho de pelo en pecho y enormes brazos del que os hablaré en otra ocasión (vaya por adelantado decir que sé de buena tinta que le gusta practicar la hipofixiofilia). Trini estaba ocupada, en una esquina de la terraza, en manosear los testículos de un joven croata que le lamía el cuello y al que según me había confesado previamente no se pensaba follar, pero le iba perfectamente para dar una lección al bueno de Marc, que bebe los vientos por ella pero no hay manera de que se decida. Yo, que me lo he follado, sé muy bien lo que le gusta y sé que come el coño que da gusto, sin embargo, parece que con Trini se enroca y que no hay manera de que se líen. Quizá haya amor verdadero, si es que eso existe. Al final, si no recuerdo mal, Mac y Trini no se enrollaron y después de pasar la noche manoseando los huevos del croata acabaron follando en la playa. Trini me dijo que de tanto estimularlo se había acabado estimulando ella y que la polla se le había puesto tan dura al chiquillo que ella no podía dejarlo así, el croata se había ganado el derecho de que ella se abriera de piernas para él. Palabras textuales.

En fin, las cosas son así: Hacia las tres y pico nos acercamos a la playa, pese al frío. Cerca de nosotros había un grupo de subnormales profundos tirando petardos y escuchando el Fying Free de Pont Aeri. Jugaban estúpidamente a pegarse puñetazos. Entre ellos destacaba un orangután clembuterado que fue a fijarse en mí. Enseguida interactuaron con nuestro grupo. Intentamos quitárnoslos de encima pero Mamen, que había perdido el interés por Andrés tras un breve coito en el lavabo de casa de Trini, y Carmen Palmas no podían evitar putizorrear con cualquier macho que se les acercara. El orangután empezó a juguetear torpemente conmigo dándome bandazos y finalmente, ya decidido, me cogió en brazos y me zarandeó. Yo estaba tan borracha que apenas fui capaz de protestar. Pese a que no era para nada mi estilo, pese a lo absolutamente retrasado que me parecía, mi coño empezó a humedecerse y la perspectiva de un polvo salvaje y hormonado, sucio y primitivo, elevó mi temperatura corporal. En cuanto me bajó al suelo me abalancé sobre él. Caímos sobre la arena de la playa, nos revolcamos haciendo una croqueta. Le agarre de los huevos, le besé.

Fuimos a su casa. No recuerdo bien cómo. Fue un sexo breve y torpe, insatisfactorio. Le hice una paja, empecé a lamer sus huevos. Era sólo precalentamiento pero enseguida se corrió. Sin avisar. Sobre mi cara. Pasé mis manos por mi rostro y esparcí su lefa por su torso musculoso en un gesto de asco, de repugnancia. Al cabo de un rato, monté sobre él. Su polla estaba flácida, un pedazo de carne muerta. Me rocé como una perra hasta que aquello empezó a recobrar vida poco a poco. Me penetró, yo estaba sobre él. Me dio la vuelta con fuerza, apreté mis manos sobre sus glúteos. Hizo un movimiento extraño con la cadera de modo que mi dedo corazón quedó cerca de su ano. Entendí que aquello no le incomodaba, di vueltas en círculo alrededor del exterior del ano. Él se puso muy cachondo. No quería meterle el puto dedo en el culo, pero estaba claro que él sí quería que lo hiciera. Hizo otro movimiento extraño, intentando torpemente que mi dedo le penetrara accidentalmente, como si eso fuera posible… ¡Un puto gilipollas! Retiré sutilmente el dedo, entonces él me pidió que le penetrara. No tengo ningún problema en meterle un dedo por el culo a un tío, pero en general no me gusta hacérselo a un desconocido, hasta yo tengo mi código. Algunas veces lo rompo, todo depende de con quien esté, pero este tipo no era alguien por quien quisiera romperlo. Insistió varias veces, así que tuve que complacerlo. Se puso como una moto, jadeaba como un loco, se movía a espasmos. Se le pusieron los ojos en blanco. Decidí retirar el dedo un poco asustada. Imaginé que no sería raro que tuviera alguna prótesis en algún cajón y que me hiciera anudármela como un cinturón para penetrarle. Se corrió al poco rato dejándome asustada e incompleta, insatisfecha. Se quedó dormido. Miré alrededor. Sobre la cama, un póster de Blade presidía la estancia. Sobre una estantería había distintos trofeos de musculación y boxeo. Me levanté, me vestí apresuradamente y salí al salón, aunque más bien parecía una mini-sala de musculación. Aquello estaba decorado con fotos y calendarios de Wesley Snipes y Jean Claude Van Damme. A mi mente vino una de las cosas que me dijo en la playa: “Yo soy muy cinéfilo, mi sueño es una peli con una lucha final entre Wesley Snipes y Van Damme, en la que se repartan hostias de lo lindo y en la que al final uno acaba cayendo contra una valla electrificada y muere… Esas son las pelis buenas y no las mierdas esas que los que se creen guays ven con subtítulos”. Creo que me abalancé sobre él para dejar de oír sus imbecilidades. Sobre la mesa tenía esparcidas distintas dietas y tablas de ejercicios, entre esa amalgama de papeles destacaba un DVD de Los Puentes de Madison con un post-it encima en el que se podía leer: “Una puta mierda. Ella una zorra”, al lado, el último libro de Paolo Coelho. Me sorprende que ese orangután sepa leer.

No me gustan las musculocas, los hombres que se pasan el rato mirando en un espejo el volumen de sus músculos, pero aún mucho menos las musculocas sociópatas y reprimidas. Era un tipo desagradable que ni siquiera sabía follar, un forofo de las pelis de mierda y de los músculos que encima se las da de inteligente porque ha leído cuatro mierdas, un retrasado mental que ni siquiera folla bien y quizá este último punto sea el más imperdonable, porque (joder) ya que estás cachas al menos folla bien, ¿no? Tanta energía y tanta fuerza para no dar la talla… una pena. La mejor manera de olvidarlo es contarlo, por eso he escrito estas líneas, todavía resacosa, aún marcada por la vergüenza. Pero existe una manera mejor de olvidar un error: caer en otro o triunfar. En cualquiera de esos dos casos la putivuelta es la solución. Seguiremos insistiendo.


Basado en pechos reales,
por CARMELA PELAS.

lunes, 26 de enero de 2015

Palabra de Muesli: Los 400 golpes

Nada más llegar al gimnasio, mientras me cambiaba de ropa para ir a hacer mis sesiones de calentamiento antes de la musculación, escuché a dos tipejos que venían de la piscina y que se preparaban para entrar en las duchas. Uno era un minúsculo retaco que no tenía ni media hostia; el otro, un barrilete de aspecto harapiento. Los dos eran unos debiluchos sin musculatura definida y con pinta de matarse a pajas delante del ordenador diariamente. El caso es que hablaban animadamente sobre la programación de la filmoteca del mes próximo. Al parecer había un ciclo de un tal Truffaut que, según parece, es lo más de lo más de la Nouvelle Vague  francesa. Se morían de ganas de ver en pantalla grande una peli  que se titulaba los 400 golpes. Hablaban de la escena del parque de atracciones, de los travelling por las calles de Paris y sobre todo, de ese final en la playa cuando el protagonista se gira y mira a cámara entre expectante y amenazador. No escuché muy bien, además en seguida se fueron hacia las duchas y yo hacia la sala de las máquinas y demás.

¡Los 400 golpes! ¡Aquí tienen que haber hostias por todas partes!, me dije.

Al llegar a casa hice lo de siempre. Esta vez me costó encontrar la película, así que la busqué en versión original, con subtítulos. Al cabo de una hora la tenía ya lista en la pantalla de mi LCD de 40 pulgadas, por desgracia la calidad del archivo no era HD. Poco importa, porque resultó ser una jodida mierda en blanco y negro. ¡Blanco y negro! ¡Qué cojones! La película es de 1959, Lo que el viento se llevó  es de 1939 y ya es en color. ¿Por qué coño 20 años después aún se hacían pelis  en blanco y negro? ¿Qué jodida mierda es esa? Lo peor seguramente no es eso, quiero decir, lo peor, a mi modo de ver, es que todavía haya gente que vea cine en blanco y negro ¿Qué puta mierda de gente aún ve películas en blanco y negro? ¡Putos moñas, culturetas  insoportables que se hacen los importantes por sus vastos conocimientos pero que no tienen ni media leche! El blanco y negro sólo mola si te llamas Spielberg y haces La Lista de Schindler  y sólo porque salen campos de concentración y así queda más real y tal, e insisto sólo porque eres el jodido Spielberg y te puedes sacar la polla y darle cachetazos a quien te levante la voz, porque eres el puto amo, el que más dinero hace, el jodido Rey Midas

Por otro lado, ahí tenemos los subtítulos… ¡Si quiero leer me compro un libro, joder! Y sí, no suelo leer mucho, es verdad. Lo último que he leído ha sido El código Da Vinci  hace un par de años y me gustó, aunque a ratos se me hacía aburrido. Me gusta mucho, eso sí,  Paolo Coelho, he leído un par de libros suyos. Todos me los regaló mi exnovia, antes de dejarme por el capullo ese de la tienda de discos, un puto melenudo tatuado que todavía escucha vinilos. ¡Hay que ser gilipollas para  en estos tiempos escuchar música como lo hacían mis abuelos!

En fin, volviendo a la película: ¿Por qué una peli  que se llama los 400 golpes  no tiene ni una puta hostia? ¡Miento! El “padre” del niñato protagonista le da un cachete y poco más… ¡Ya está! La peli  va de un niño gamberrete con mala suerte al que sus padres no muestran ni un mínimo de cariño. El crío se pasa la peli corriendo o escondiéndose o haciendo pequeñas travesuras y siempre con la ilusión de ver el mar y cuando por fin ve el mar, tras pasar por una especie de correccional en el que tampoco le hacen ni puto caso, se gira a cámara, casi de inmediato, como diciendo “bueno, ¿y ahora qué ?” y ahí se acaba… ¡Me cago en su puta madre!. Total: ¡una puta mierda francesa en blanco y negro en la que no pasa nada! El tal Truffaut es un puto trufas, nada más que eso… ¡y punto!

Me echo a dormir al poco de ver la plastez  gabacha y por la noche sueño con la peli : un adolescente no querido por sus padres; un chico que busca su sitio a tientas, torpemente, en una sociedad que le rechaza; los golpes que da la vida, el ansia de libertad, el sueño de un espacio infinito donde poder vivir de una manera diferente, donde nada decepciona, donde empezar de cero, un sueño inútil, una desdicha con momentos que despiertan una sonrisa complaciente… ¡Mierda, la puta bazofia francesa ha calado! Me despierta sentimientos, me conmueve y a la vez recuerdo con simpatía ciertas escenas (las de los profesores en la escuela, la timba en casa de su amigo…) ¿Me estaré volviendo maricón? La solución es sencilla: mañana machacarse en el gimnasio y al volver a casa, una buena sesión de Jean-Claude Van Damme. Los 400 golpes  seguramente son las hostias que les tengo que dar a esos dos putos freaks  del gimnasio para que no vuelvan a abrir la puta boca mientras yo esté delante.


El buen cine siempre tiene músculo,
por MUESLI SNIPES. 


domingo, 25 de enero de 2015

Snowboard sobre Caspa: Yo mi abuelo soy

Hoy nos encontramos con caspa dura sobra la que la tabla no deja marca. La caídas en este tipo de superficie son bastante dolorosas, por lo que conviene deslizarse con precaución. Por otro lado, las velocidades que podemos alcanzar al descender en una pista de estas características casposas son superiores, con lo que se gana en espectacularidad.



Y recuerda, no debes quejarte de la caspa en el tejado de tu vecino cuando también cubre el umbral de tu casa,
por JUANITO MÜHLEGG.

jueves, 22 de enero de 2015

Sentencias desde el Abismo

La tristeza no es sólo una actitud, es el rostro de la desesperación.

por IL ESTATORE.

De putivuelta: ZZ Top

Hace unas semanas fue el cumpleaños de Trini Menroto. Ella vive en un ático en Poble Sec  con un par de amigas. Preparó un aperitivo variado y una mesa llena de alcohol. Nos pusimos hasta el culo. Cuando salí de su casa todo a mi alrededor era una nube. A la fiesta vinieron un grupo de tíos muy cachondos. El palmeo  de Mamen Mela se podía escuchar desde la otra punta de la casa, el gorgoteo  también. El origen de su sobreexcitación  era un tío alto y delgado con el pelo algo alborotado y unos pantalones ceñidos. En mi borrachera fantaseé por un segundo con lamer los sonrosados pezones de mi amiga mientras él la empalaba profundamente sobre la mesa de la comida, allí mismo, en la terraza, delante de todo el mundo. Se lo comenté a Trini. Ella me dijo que se apuntaba. Me dio un pico. Nos preparamos otro mojito.

La noche, de todos modos, no siguió ese camino. Al salir de casa de Trini, nos dirigimos a un bar próximo. Al entrar, tras dejar la barra a mano derecha, hay una pequeña salita. Ahí estuvimos bailando y bebiendo, revoloteando alrededor de los cachondos. Jugando un poco con ellos, calentando los motores. Se nos sumaron al grupo un par de tipos más, amigos de amigos de Trini y de Mamen. Eran dos hipsters barbudos. Uno de ellos no estaba nada mal. En seguida se activó en mi clítoris el defcon 3. Sentí una pequeña contracción vaginal, me relamí, cada vez más y más golosa. Me estaba poniendo cada vez más híper-cerda.

Fuimos después al Apolo, para entonces ya había intercambiado con el barbudo un par de comentarios tendenciosos. El sondeo fue positivo. Tuve un instante de duda ¿quería follarme a un integrante de ZZ Top ?, ¿me ponía el rollo rabino ? De entrada tenía más contras  que pros. La sensación era de dejadez, de falta de higiene. Sin embargo, estaba claro que era una barba cuidada. Creo que perdí un poco de interés al comprobar en el sondeo que a poco que hiciera lo tendría metiéndomela por debajo de las faldas. Necesitaba otros estímulos, un poco más de guerra. El Apolo se convirtió en una centrifugadora, todo se movía deprisa al ritmo de una música electrónica envolvente. La putivuelta  puso de manifiesto una vez más que los hombres son presas fáciles. Un macho alfa, vestido con una camiseta roja con enormes letras blancas que se ceñía a sus músculos, intentó camelarme en vano. Tenía pinta de utilizar más cremas que yo y a mi no me interesan los metrosexuales. Un moderno gafapasta  acercó su mano a mi cintura mientras me contaba no sé que historias. Reí a carcajadas aunque no recuerdo el porqué. Estaba muy ciega y muy cachonda, como una perra  en celo. Nos besamos, me di la vuelta y me largué. Bastante más atrás de donde estaba seguía el barbudo, hablando con sus colegas. Me acerqué a él y le dije “venga, ya tengo bastante por hoy aquí, vamos a follar a mi casa”. Él miró a sus amigos, encogió los hombros y me siguió, cogido de la mano.

Al llegar a casa, nos besamos larga y apasionadamente. Sentí los pelos de su bigote sobre mis labios. Me parecieron sorprendentemente suaves. Luego, sobre el sofá, ya desnudos, llevó su enorme cabeza peluda al centro mismo de mi coño palpitante. Lo besó, apretando con los labios sobre mi clítoris. Luego introdujo el índice y el corazón en su interior: húmedo, expectante, abierto y dispuesto. Empezó a lamer lentamente mi clítoris mientras con su mano se dedicaba a estimular las paredes de mi vagina. El contacto de toda esa cantidad de grueso pelo con la piel de mi depilado coño fue en un primer momento desagradable. Pese a la sensación de suavidad en mis labios, el tacto era muy distinto por debajo de mi vientre. Sentí su barba áspera, irritante. La rechacé en un primer instante, pero luego sucumbí a la magia  de su lengua y de sus dedos. Me dejé llevar, me gustaba ver toda esa cantidad de pelo moverse ahí abajo. Me estaba poniendo cada vez más y más perra. Dejó el vaivén digital y hundió su lengua en la profundidad de mi potorro. Empezó a batir  rápidamente, a lengüetazos cortos e insistentes, cíclicamente frenaba la marcha y daba un gran golpe de lengua profundo, apretando su cara contra mi coño, clavándome la nariz. Tuve un orgasmo  tímido y satisfactorio, acompañado de leves exhalaciones, pequeños gritos callados. Mi vagina se contrajo, lancé un suspiro. Él levantó la vista mientras yo estiraba mi cuerpo tras una leve convulsión de júbilo. Se lanzó hacia mí como un cohete a propulsión, me besó fuertemente en los labios. Una nausea acompaño el beso al sentir el sabor de mi coño presente en sus labios, en el pelo de su barba. Al apartar la cabeza, observe su barba completamente perlada  alrededor de su boca. Todo alrededor de la comisura de sus labios estaba salpicado de mi flujo, de mi gozo húmedo. Me volvió a besar y esta vez me gustó sentir el sabor  de mi coño enganchado en su paladar. Luego follamos intensa y repetidamente. Después se marchó y guardé su teléfono por si acaso algún día me apetece repetir. No sé dónde lo he metido, creo que lo he perdido, de todos modos intuyo que algún día volveremos a coincidir. Por entonces puede que me apetezca otra cosa.


Basado en pechos reales,
por CARMELA PELAS.

miércoles, 21 de enero de 2015

Palabra de Muesli: El discurso del Rey


Hace dos o tres años, poco antes de cortar con la zorra de mi exnovia, fuimos al cine a ver El Discurso del Rey. Sabía que no era una peli de tortas, pero no me importó. A veces mola ir a ver una peli  con tu novia, acurrucarte en una butaca y meterle un poco de mano. Pensaba que vería la típica peli  de tías, me sorprendió enterarme de que iba de un tema histórico y tal; así que simplemente pensé que mi exnovia se había dejado influenciar por las doce nominaciones a los Oscars (de los que ganó cuatro) y el boca a boca. Así fue.

La peli  me pareció un coñazo absoluto. Me aburrió un huevo. Ella salió encantada: que si que buenos los actores, que si que bonita historia de superación… ¡Mierda enlatada! ¡Puta bazofia  pretenciosa! ¿Intrahistorias dentro de La Historia ? ¡Una polla! Mi resumen es claro y directo: una historia de mierda, totalmente anodina, sobre un hecho absolutamente intrascendente. ¿Es que un discurso -y en particular éste- cambia las cosas? Para mí: ¡y una polla  como una olla ! ¿Importa que el puto rey sea tartaja? Yo digo: ¡qué le jodan! La única opción para haber salvado la película es que le hubiera doblado Arévalo… o mejor, que Arévalo hubiera hecho directamente del rey y no el capullo ese, el tal Colin Firth.

A la imbécil de mi exnovia, esa entrenadora de body pump venida a más, esa inútil que se cree que porque ahora lleve gafas de pasta y mordisquee la patilla mientras a su alrededor hablan de Irgmar Bergman sin tener ni puta idea (o lo que es lo mismo, teniendo la misma jodida idea que yo) y todo porque un día, al salir del gimnasio, se fue a un cinefórum con un charlatán argentino que se la quería crujir (y se la crujió) ahora es lo más de lo más, lo cool  entre lo cool… ¡Zorra! Pues mira, puta, yo también hablo de cine y te digo que esa mierda que se llevo cuatro Oscars  es una basura pretenciosa que quedará en el olvido más absoluto y es un puto coñazo con Mayúsculas. Te digo que a nadie le interesa una peli de un puto tartaja que se pasa el rato con un pelmazo que le hace mejorar el habla, que si a uno, con mínimo gusto, le venden ese guión lo tira a la basura. Pero eso sí, si va de un rey la cosa cambia, ¿no? ¿Por qué? El tema y la peli  siguen siendo una basura y sí, los actores lo hacen bien, es cierto, pero ¿qué pasa?: ¿Si los actores se rebozan bien en mierda hay que verlo y aplaudirlo porque lo hacen bien? Yo digo ¡no!. Yo digo, ¡vete con el plasta argentino que te follaste cuando te picó el coño, cánsate de escuchar sus historias de mierda alrededor de su ombligo, enróllate después con el jodido melenudo de la tienda de discos y déjame por él, vete con ellos a ver pelis  de mierda y luego di que te parecen estupendas! ¡Abúrrete  en tu aburrida vida! Deja el gimnasio, ponte como una puta foca. Paolo Coelho dice: “cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla”. Yo sé que el Universo me recompensará empalando tu cabeza cortada, dejándola a la vista de todos para que todos la veamos, para mi regocijo personal.

Esa fue la última peli  que fuimos a ver juntos y la última que jamás veremos. Me dejó a las tres semanas, llevaba dos meses viéndose con el melenudo tatuado de la tienda de discos del que ya hablaré, si eso, la próxima ocasión.


El buen cine siempre tiene músculo,
por MUESLI SNIPES. 


domingo, 18 de enero de 2015

Sentencias desde el Abismo

Mirémonos todos al espejo y contengamos las lágrimas, que piensen que estamos felices.

por IL ESTATORE.

¡Jódete!

por MR.HATEFUL.

Palabra de Muesli: A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newmar

¿Pero qué cojones es esta mierda? ¿Pero qué me estás contando? ¿Westley Snipes haciendo de drag queen? ¿Westley Snipes, ese que reparte mamporros a tomo y lomo, haciendo de bujarrón? Yo me llamo como me llamo en honor al bueno de Westley: a Blade, a Simon Phoenix, a Shaw, a Pete Nessip, a John Cutter y a tantos otros. ¿Cómo demonios no me había enterado yo de la existencia de esta película? Y encima sale Patrick Swayze (el azote de las féminas, el moja-bragas) y también va de travelo. ¡Lamentable!

Estaba yo estirando los brazos antes de empezar mis series descendentes, ya tenía las mancuernas preparadas cuando, a mi lado, escuché a dos monitoras hablando entre sí. Chismorreaban al respecto de su película de Patrick Swayze favorita. Coincidían en que era Dirty Dancing, cuando se les unió una mariquita que se pasa el día en el gimnasio mariposeando. Él dijo que su peli favorita de este pavo era “A Wong Foo…”. Entre risas escandalosas, una dijo que a ella en esa peli el que le ponía era – cito literalmente -: “el negro ese fuerte, ya sabes el del vampiro que mata vampiros… el de Blade”.

¿Cómo? ¿De qué están hablando? ¿Westley Snipes? ¿Qué película ha hecho este tío con Patrick Swayze?, me pregunté a mi mismo.

En seguida cambiaron de conversación por lo que no me enteré de que trataba la película. En mi mente se formó el guión: Patrick Swayze era un afeminado matón que trabajaba para un capo de la mafia china, ese tal Wong Foo, que a su vez era el responsable de la muerte de la esposa de Snipes quien, por su parte, clamaba venganza. La cosa se complicaba, las hostias se repartían y al final todos contentos y muertos, menos Westley.

Así que tras machacarme y esculpir mis músculos, decidí descargarme la película en un suspiro, sin mirar siquiera la carátula ni leer la sinopsis. Luego me puse a verla, quizá nunca debería haberlo hecho. ¿A quién cojones se le ocurrió la idea de travestir a unos tíos duros? ¿Quién debe morir por ello? Superado el shock inicial, obligándome a superar mis prejuicios, la acabé de ver y aunque me entretuvo el tiempo que duró la película, debo decir que se me ha caído un mito y que jamás volveré a ver a mi ídolo Westley Snipes con los mismos ojos. ¡Un puto bujarra! ¡Hace de un puto bujarrón!

Hace un tiempo vi una película de Al Paccino en que hacía de un poli duro que se mete en el ambiente homosexual para atrapar a un asesino. La peli es un poco rara porque al final parece que resuelve sin resolver el caso y se insinúa que se dedica a cargarse a maricones. ¡Eso mola! Ve el vicio y decide combatirlo, así es Al Paccino: sigue siendo un tipo duro. No como Westley en esta comedia absurda. Cuando se lo comenté a un invertido del gimnasio con el que me llevo bastante bien a pesar de todo, me dijo que no había entendido una puta mierda de la peli de Al Paccino, que lo que se insinúa es que a él le va el rollo y que tiene problemas para aceptarlo porque está reprimido. Puede ser… ¡Qué sé yo, a menudo se me escapan muchas cosas! Creo que es por los anabolizantes.

De todos modos, de lo que no hay duda es de que durante el rodaje de A Wong Foo… se lo debieron pasar la mar de bien, al fin y al cabo, todos nos hemos disfrazado de mujer en algún momento o nos hemos besado con algún que otro hombre… ¿vosotros no?


El buen cine siempre tiene músculo,
por MUESLI SNIPES.

Snowboard sobre Caspa: Una vaina loca

Hoy deslizamos nuestra tabla sobre caspa granulosa, formada a partir de costras de piel muerta que se acumulan en forma de granos que se van soldando entre sí, dando lugar a los característicos gránulos que dan nombre a este tipo de superficie casposa. Caspa de fácil manejo y entretenimiento asegurado.



Y recuerda, no debes quejarte de la caspa en el tejado de tu vecino cuando también cubre el umbral de tu casa,
por JUANITO MÜHLEGG.

De putivuelta: quien tuvo ¿retuvo?

Hará unos cinco años, cuando apenas comenzaba a romper algún que otro plato, encontré cobijo entre las sábanas de un muchacho agradable y de buenas maneras. No era guapo pero resultaba francamente atractivo. Tenía algo especial que lo hacía diferente. No sabría decir el qué pero si el dónde : ¡gran parte de ese algo especial lo tenía entre las piernas! Durante los meses en que nos estuvimos viendo, me extasiaba en la contemplación de su verga enhiesta, como si de un tótem sagrado se tratara, mientras lamía con júbilo sus genitales. Después, de un salto, me colocaba sobre su abdomen para, con soltura, encapucharle a tientas, con los brazos en la espalda y las manos ofuscadas en desenrollar el látex.  Luego, ya encajados, clavaba mis rodillas sobre sus costillas espoleándole, como si tratara de domar a un potro salvaje. Me encantaba cabalgar desnuda sobre él, como una Sioux, melena al viento, sobre un caballo sin monturas. Él gemía de placer, se quedaba sin aire, exultante y lleno de vida. Yo me abatía colmada, extasiada sobre el corcel domado, a horcajadas, convulsionando de placer.

Me encantaba follar con él pero nuestros planes no iban en paralelo. Yo por entonces empezaba en esto de la búsqueda de la realización hedónica (esa manera tan poética de decir vicio), él quería una relación romántica. Cuando empezó a introducir sistemáticamente diminutivos absurdos en nuestras conversaciones banales lo tuve claro Sutilmente, renunciaba a todos sus planes más formales haciéndome la desinteresada. Como la sutileza no bastó, me las ingenié para que presenciara en vivo y en directo la escenificación de lo que ya empezó a llamarse la putivuelta. Le quedó claro, al ver que me iba con un guiri pelirrojo delante de sus mismas narices, que yo lo que buscaba era sexo sin ataduras. Estuvo de acuerdo con ello unos meses, luego desapareció.

Supe de él al cabo de un tiempo, por lo visto había conocido a una chica que le correspondía. Era una tal Sonia, agradable y de buenas maneras, amante del hogar, fan de El Canto del Loco y adicta a los 40. Una chica sosa que seguramente no supo sacar partido a la fuente de placer con la que dormía cada noche; una mosquita muerta con un cementerio por vagina.

Hace unas semanas salí con Carmen Palmas, Mamén Mela y unas amigas más suyas. Fuimos a una de tantas discotecas de pachanga en que una tiene que quitarse los moscardones a manotazos aunque sea bizca y tenga bigote. Ahí, entre la inmundicia, estaba mi antiguo semental. Con unos kilos más en la barriga y el pelo más corto, pero con la misma mirada anhelante y directa y ese algo especial que rellena y da consistencia a su bragueta. Hablamos un rato, estuvo torpe, lento, y sin gracia, insulso, perdiendo encanto por momentos. Sin embargo, yo estaba cada vez más perra, relamiéndome mientras me imaginaba, golosa, lamiendo ese capullo sonrosado y húmedo. Mojamos el encuentro yendo a su casa, donde todavía podían verse los restos del naufragio de su relación con Sonia en forma de fotografías y algunos objetos difícilmente masculinos. Cabalgamos en honor de los viejos tiempos, pero aunque su polla mantenía la consistencia, tamaño y grosor de antaño algo no acaba de encajar. El mástil se mantenía firme al azote de mis embestidas, a la tormenta de mis refriegas, pero aquello más que un potro salvaje desbocado parecía un pony caminando en círculos guiado por una cuerda sujeta a un tocón. Sus manotazos eran torpes y secos; sus caricias, inexistentes. Sus gemidos, apagados, revelaban cierta desconocida represión. Llegaba siempre (y en todo momento) tarde y mal. Estaba totalmente superado, fuera de juego, sin ningún control sobre la situación y sin el menor atisbo de querer recuperarlo. Se había olvidado de follar, era aburrido, era simplemente uno más. El caballo indomable era ahora un  burdo asno, un animal torpe con una verga descomunal, tan grande como inútil.

¡Está bien, está bien! Puede que esté siendo cruel. La verdad es que el chico se comportó dentro de unos límites. ¡No fue tan malo! Yo gocé lamiendo sus huevos y acariciando ese cetro de poder que tiene entre las piernas. No lo negaré. Pero desde luego, no satisfizo mis expectativas. Él seguramente lo pasó mejor que yo y eso que se lleva… El problema es que yo no encontré lo que buscaba, anhelaba un polvazo, sexo elitista, y me encontré con un polvo mainstream cuando no tocaba. Quizá (puede ser) sucede que exalté el recuerdo en mi memoria, que hace 5 años no era para tanto y que ahora me doy cuenta. Quizá (seguramente) lo que ocurre es que no siempre quien tuvo retuvo. Yo me inclino por lo segundo, no os engaño. En cualquier caso, una verdad prevalece: el tamaño sin control no sirve de nada.


Basado en pechos reales,
por CARMELA PELAS.